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Gira alrededor del amor y encuentra tu centro

 




¿Alrededor de qué giras? ¿Qué es lo que te mantiene dando vueltas? Siempre hay algo que rige nuestro pensamiento y por lo tanto influye en nuestras decisiones. Hay momentos en los que un proyecto o un evento se llevan toda nuestra atención y eso está muy bien, pero hay otras veces que agarramos un tema que se convierte en el centro de nuestro universo; todo gira alrededor de él y todo en la vida se comporta como satélite de éste. ¿Quieres ejemplos? Pues bien podría ser el trabajo, el dinero, la búsqueda de reconocimiento, pareja, miedo, ansiedad o tener alguna herida en el alma...no sé, cualquier cosa sirve para ser el objeto de todos nuestros esfuerzos.

Sin embargo, para conseguir equilibrio, la Biblia nos aconseja a no girar alrededor de cualquier cosa. De hecho, en sólo dos mandamientos, nos da un orden que resulta ser el resumen de todo lo dicho antes en la misma Biblia: Ama a Dios y ama a tu prójimo como a ti mismo (Mt6:36). Hablan de poner a Dios, y a su amor, en el centro de nuestro universo, y después amarnos al mismo nivel que a los demás.

Con ese tema de amarnos a nosotros mismos podríamos pasar horas debatiendo, ¿a poco no? Algunos nos amamos mucho y otros nos amamos muy poco. El asunto es que amarnos es muy sano, pero ser el centro de nuestro propio universo y hacer que todo gire en torno a nosotros no lo es.

Cuando nos medimos con parámetros propios, o nos comparamos con otros, siempre terminamos muy mal parados porque nuestros objetivos suelen ser inalcanzables. Podemos pensar que medirnos con el parámetro de Dios es demasiado alto, pero resulta ser que en realidad no nos estamos midiendo contra Él sino con lo que Él piensa de nosotros, y sorprendentemente Él piensa bien y sus planes son buenos, sin exigencias inalcanzables (Jer 29:11). Es cómo si nos viéramos en su espejo, en su amor, y entonces obtuviéramos el poder para crecer, porque el amor hace eso.

Qué tal si imaginamos que el amor es como el sol que está en el centro de nuestra galaxia y es por su fuerza de atracción que los planetas se mantienen en órbita (incluido el nuestro). El calor del sol hace posible la vida en la tierra y ésta, al girar alrededor de él, es libre para hacer cosas increíbles, como montañas, mares, ríos ¡y hasta a ti y a mí! Pero si un día la tierra decidiera enfocarse sólo en ella, girar sobre su propio eje y no seguir la órbita, habría cambios horribles en el clima y en las estaciones y todos moriríamos (mi mente catastrófica en acción).

Cuando tenemos al Sol haciéndose cargo de ser el centro del sistema, nosotros podemos desarrollarnos siendo la Tierra, sin preocuparnos de que algo nos pueda sacar de nuestra órbita.

El amor es así, como un faro que alumbra todo, que nos guía y nos deja caminar por lugares iluminados y nos impide perdernos en el camino.

Por otra parte, amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos también significa poner límites (tema para otra entrada). Como me dice siempre mi muy querida amiga: nosotros nos ponemos límites todo el tiempo, si no lo hiciéramos nos comeríamos todo lo que nos hace daño, porque nos gusta y no tendríamos salud.

Cuando vemos a través de la luz del amor, podemos ver la vida de manera diferente, vemos ángulos que no son posibles sin él. El amor está descrito en la Biblia como el fruto del espíritu y cuando es nuestro centro, su poder de atracción y renovación él se encarga de atraer todo lo bueno hacia sí y logra que todo gire en orden.

Gracias por leer,

Val Morales

Sigamos platiconeando y construyendo juntos...



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