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Paz Interior: El Fruto del Espíritu

 






Siguiendo con el tema del fruto del Espíritu (el amor) hoy exploraremos algunos aspectos de la paz, uno de sus elementos más taquilleros, porque estarás de acuerdo que todos buscamos tenerla para sentirnos equilibrados. Vamos a descubrir algunas maneras para practicarla ¿te late?

Cuando los elementos del fruto del Espíritu trabajan en conjunto, crean una sinergia increíble y se retroalimentan. Imagina de nuevo una naranja, con todos sus componentes equilibrados: Tiene un color que se nos antoja, es dulce pero ácida, y además es muy nutritiva. Si perdiera su acidez o dulzura, no disfrutaríamos de sus nutrientes porque no se nos antojaría comerla para nada. Esto es cierto tanto en el ámbito físico como en el espiritual, si queremos amar, necesitamos un equilibrio entre los componentes del amor para disfrutar y formar parte de la vida que produce.

En los textos bíblicos en griego y hebreo, la palabra paz significa completar. Es decir que restaura los lugares en donde falta algo o hay heridas. La paz puede referirse a la ausencia de conflictos, sí, pero es importante saber que implica que debe haber algo mejor en lugar de ellos. Cuando nosotros basamos nuestra paz en que no haya problemas, siempre estamos tratando de detenerlos y gastamos mucha energía en eso ¡es como si trabajáramos para los problemas! nos centramos en evitarlos y tratar de regular a quienes los producen. En cambio, cuando nos enfocamos en que haya algo mejor, en que nuestras relaciones sean buenas, en cuidar nuestra salud y hacer crecer nuestra vida espiritual, entonces hay algo que siempre está sustentando nuestra paz interior, porque la paz no depende de factores externos, recuerda que es un fruto espiritual.

La paz tiene mucho más que ver con lo que hay que con lo que no hay, no debemos basar nuestra paz en la ausencia de conflicto, es mejor basarla en la abundancia que produce el amor.

Imagina que en la despensa no hay cucarachas, eso es bueno, pero es aún mejor si además de eso encontramos pasitas con chocolate, nueces y café ¿no? Tener paz en la Biblia se ve como un espacio lleno de algo muy bueno: Que tu familia esté segura, que tengan salud, que tus deudas estén pagadas y que tengas para compartir, que haya buenos amigos... La paz bíblica es plenitud, salud, prosperidad y armonía, o sea estar completos.

La vida espiritual se define por elegir lo que el Espíritu produce, es decir: su fruto, alimentarnos y nutrirnos de él, llenar nuestras despensas y compartir. Podemos notarlo por lo que hay alrededor de nosotros, lo que dejamos que crezca y se reproduzca en nuestro jardín (alma). Si estamos permanentemente preocupados, estresados, enojados o con gente negativa giraremos alrededor de eso y entonces perdemos la capacidad de ver lo bueno, lo bello y lo justo. Es aquí en donde podemos usar el gozo (del que platicamos en la entrada pasada) y que nos deja disfrutar el momento y poder ver así que lo que abunda a nuestro alrededor es el bien y la bondad, como diría el Rey David (Sal 23:6).

Hay que limpiar el terreno para cultivar y poder ver el fruto del Espíritu y así practicarlo y reproducirlo. Si arrancamos las hierbas que nos estorban, no nos dejan estar en paz, lo que nos quita energía y nos intoxica (es decir, cambia nuestro carácter para mal), podemos empezar a disfrutar de la paz.

El libro de Job nos cuenta cuando él pasa por un período tremendamente doloroso y se queja de que no encontraba a Dios (su peor temor). Al sentirlo de nuevo, entiende que si hubiera prestado atención a lo que ocurría a su alrededor, a cómo la naturaleza seguía siendo sustentada, se hubiera dado cuenta de la presencia de Dios y obtenido paz al saber que todo estaba y estaría bien. Lo mismo dijo Jesús cuando nos recomienda ver a las aves del cielo y a confiar sin temer (Mt 6:26).

¿Practicamos?

  1. Respira y conéctate.
  2. Confía en que Dios es quien maneja todo, déjale el volante.
  3. No trabajes más para el conflicto ¡Renuncia!
  4. Observa la naturaleza y mira su mensaje.
  5. Escoge confiar.

La paz es tener límites claros en los que nuestros muros no tengan grietas. Paz es amar lo que Dios ama y amarnos a nosotros mismos lo suficiente como para no permitir lo que nos daña. Paz es restaurar nuestras relaciones, hacer puentes de encuentro en donde hay separaciones, pero también limitar las relaciones que no suman. Paz es tener una comunidad a la que procuramos y con la que nos conectamos, rodeándonos de gente que son un refugio en medio de las tormentas. Paz es encontrar a Dios y saber que es Él quien gobierna el universo y dejarlo gobernar el nuestro también.

Abrazos

Val Morales 



Disfruta el video:



Comentarios

  1. Gracias por esta reflexión, tan.poderosa.

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  2. Me gustan mucho tus ejemplos, me ayudan a entender estos conceptos y hacerlos míos. Gracias Val

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