La fe es el siguiente elemento del Fruto del Espíritu que exploraremos. Según la Biblia, todos tenemos una medida de fe (Rom 12:3), el asunto es que podemos escoger en dónde la ponemos para cultivarla y que se desarrolle. Decidir practicarla siguiendo al Espíritu fortalece nuestra relación con Dios y le da el impulso para crecer, permitiéndonos tener experiencias muy profundas con su inagotable amor. En contraste, si elegimos ponerla en algo diferente, como nuestros recursos o capacidades, la fe no se desarrolla y termina por silenciarse y es ahí cuando pasamos las grandes crisis de fe. Por eso la fe es como una semilla de mostaza, puedes sembrarla y dejar que crezca convirtiéndose en un árbol enorme que de sombra y frutos, o puedes sembrarla en un montón de plástico y seguirá siendo fe, pero no crecerá, ni dará frutos.
Fe en el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento la palabra "fe" se traduce como fidelidad que quiere decir: verdad y estabilidad. Cómo nos hace falta eso ¿no? porque en la vida sentimos que estamos rodeados de incertidumbres. La fe se manifiesta como confianza en la veracidad de Dios y en su inmutabilidad (Nm 23:19), en español quiere decir que sabemos que lo que Él dice es verdad, que no miente y no tiene cambios de carácter (como nosotros comprenderemos) .
Curiosamente la misma palabra (fe) se usa para describir la confianza que Dios tiene en nosotros ¡Sí! Dios pone su fe en ti también, porque creer en ti y estar de tu lado son una parte integral de su amor (Eso sí es genial).
Dato curioso: Las palabras emuná (fe o fidelidad) y Amén comparten la misma raíz en el hebreo, el idioma del Antiguo Testamento. Amén, es precisamente la palabra que usamos cuando queremos afirmar una verdad, es como decir: “Que así sea o en verdad” y nos recuerda que la fe y la verdad están entrelazadas profundamente.
Fe en el Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento también describe y define la fe como una convicción firme en la veracidad de Dios. Esta fe nos abre la puerta al mundo espiritual, y nos deja ver una realidad que sería imposible percibir sin ella. Además nos conecta con Dios, porque al decidir poner nuestra fe en su terreno podemos empezar una relación con él que se alimenta y nutre de un amor recíproco.
La Percepción Espiritual que da la fe
La fe no es para nada ciega, es más bien la convicción de lo que no se ve (Heb 11:1) porque estamos convencidos que Dios es real, bueno y crea cosas de donde nosotros no vemos nada. Esto podría ser como cuando esperamos que salga una flor de una planta: La sembramos, la abonamos y la vemos crecer, porque sabemos que dará la flor que esperamos, pero ni idea de cómo se formó. La fe está ligada a la verdad como dijimos, no es una adivinanza o una declaración de lo que queremos, sino más bien de en quien confiamos. En el carácter estable y en el amor inagotable De Dios.
Jesús dice que aunque nuestra fe sea tan chiquita como una semilla de mostaza (Mt 17:20), nos da acceso a un lenguaje nuevo, es decir, a una manera de entender la vida desde la perspectiva espiritual. La fe y la razón no están peleadas, no son contrarias, tienen perspectivas diferentes pero pueden trabajar juntas, porque cuando lo hacen son increíbles.
El Salmo 33:4-5 nos recuerda que la fidelidad De Dios es sólida y constante y es una base sobre la que nuestra fe puede descansar y crecer:
"Pues la palabra del Señor es verdadera y podemos confiar en todo lo que él hace. Él ama lo que es justo y bueno; el amor inagotable del Señor llena la tierra."
Recuerda que la fe es un elemento del amor, no nace de la nada y teniendo eso en mente mira lo que dice la carta a los corintios:
“Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor. 1 Co 13:13.
La fe no solo nos da propósito; también nos deja conocer el corazón de Dios y poder experimentar su fidelidad. Al confiar plenamente en Él, vemos lo imposible volverse posible y dejamos que Su verdad transforme nuestra realidad
La fe es otra forma de amar.
Abrazos
Val Morales
Te dejo el video, disfútalo:
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