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Bondad: El Alimento Que Nos Equilibra

 



Hoy reflexionaremos sobre la bondad, un elemento del amor que nos ayuda a encontrar equilibrio.

Decía mi maestro de ética que en la vida, lo único que puede permanecer en línea recta es la máquina del electrocardiograma cuando morimos, que fuera de eso, lo que no está subiendo va de bajada. O sea que para mantener algo “estable” debemos trabajar activamente. Imagina que logras que tus músculos estén tonificados después de pasar meses sudando como loco en el gimnasio y al llegar a la meta simplemente dejas de hacer ejercicio, los músculos poco a poco irán perdiendo el tono y el trabajo, aunque fue muy bueno, no logra sostenerse. Es que lo que no nos nutre, nos desnutre, nuestro cuerpo consume las reservas que tenemos si dejamos de alimentarlo y consume el doble cuando lo alimentamos mal (¡Sí! las chatarritas gastan nuestros recursos también).

El cuerpo es un gran ejemplo de esto, porque cuando algo malo entra en él (como un virus), activa todo su sistema de defensas para luchar, contrarrestar y acabar con lo que lo daña. Para que nuestro cuerpo pueda luchar efectivamente, tuvimos que cuidarlo y nutrirlo antes, porque si estuviera desnutrido, las defensas estarían flacas y no podrían hacerle frente a ninguna enfermedad. Después de pasar un tiempo peleando con el virus necesitamos dejarlo descansar. Porque lo malo desgasta, aunque después nos hagamos fuertes y tengamos más anticuerpos. No es lo que nos daña lo que nos hace más fuertes, es lo bueno lo que lo hace, lo que nos alimenta y por supuesto, la respuesta de nuestro organismo que es increíble y está programado para sanar y restaurarse. El virus no nos hace más fuertes, es nuestro sistema inmune el que hace los anticuerpos.

Espiritualmente hablando el principio es el mismo: No es lo malo que nos pasa lo que nos hace fuertes, es de hecho lo bueno que tiene la fuerza para vencer al mal (Rom 12:21). Por eso siempre insisto en que para salir de un negativo hay que sumarle un positivo (Fil 4:8), si estamos en medio de un problema, no pongamos el énfasis en el problema, sino en lo que puede contrarrestarlo. La Biblia describe al fruto (físico y espiritual) como el bien, algo bueno que da alegría, bienestar y abundancia. Lo que es bueno es bueno siempre, podría no gustarnos o caernos bien, pero eso no hace que deje de ser bueno.

En el Antiguo Testamento la bondad se traduce del hebreo como misericordia o amor constante y hay tres elementos del término que siempre interactúan juntos: fuerza, constancia y amor. Eso nos da una muy buena idea de lo que significa ¿verdad? Hay que ser firmes y constantes con lo bueno, con lo que nos suma (gran resumen).

La palabra bondad en el Nuevo Testamento está traducida del griego como una virtud, buenas cosas y el bien. Una virtud es un valor en acción, así es que la bondad se refiere a los actos que escogemos hacer para beneficiar a otros y a nosotros mismos.

¿Cuál se te ocurre que podría ser un acto de bondad hacia ti mismo hoy? Piensa en esto...

La bondad es como un gimnasio que mantiene nuestros músculos espirituales en forma, cuando nos conectamos con Dios, quien es la fuente de la bondad y dejamos que actúe primero en nosotros, nuestra forma de pensar se transforma porque es su bondad la que nos lleva de la mano para hacerlo (Rom 2:4), y al hacerlo todo a nuestro alrededor se ve afectado para bien.

¿Practicamos?

  • Cultiva generosidad en tu relación con Dios, contigo mismo y con los demás: La bondad se origina en nuestra conexión con Dios, quien nos da la capacidad de reflejar Su amor. Nutre tu relación con Él, dedica un tiempo para pensar en cómo muestra su bondad hacia ti y agradécela.
  • Practica la generosidad comenzando con tus palabras; elige usar expresiones, que nutran, y que den vida, evita las que desaniman o lastiman.
  • Establece límites saludables: Reconocer y poner límites a las relaciones que generan daño es un acto de bondad hacia ti mismo. Protege tu corazón.
  • Actos de bondad conscientes: Piensa en un acto que podría beneficiar a alguien y hazlo, no necesita ser muy elaborado, solamente practica la bondad y refleja tu conexión con Dios, la retribución es increíble.
Recuerda que para tener el fruto del Espíritu debemos preferirlo y hacerlo nuestro, no nos cae de pronto como un coco de una palmera, porque no podríamos procesarlo (nos descalabraría). Necesitamos escogerlo y practicarlo.  Cuando elegimos la bondad, estamos nutriéndonos y a los demás. Así que empecemos con pequeños pasos: palabras que edifiquen, relaciones que nos llenen, y acciones que reflejen ese amor constante que Dios ha puesto en nosotros. Y no olvides....

¡De lo bueno mucho y de lo malo nada!

Abrazos, Val Morales


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