¿Te has preguntado qué hace que una persona tenga un carácter fuerte?
El diccionario Webster dice que alguien con buen carácter es quien no se enoja o molesta con facilidad, otros resultados en internet incluyen a alguien que tiene valores firmes y actúa con coherencia, además de ser honesto y confiable. En lo muy práctico todos hemos vivido el buen o mal carácter de alguien más ¿verdad? y trabajamos también en el nuestro porque el carácter revela quienes somos.
La Biblia no habla específicamente del carácter como tal, pero sí nos deja ver las cualidades de uno bueno, que son precisamente los elementos del amor (de los que hemos estado platicando), contrastando con dejarnos llevar por emociones descontroladas, arrebatos de furia, comparaciones o pleitos.
El carácter se nota cuando alguien gestiona bien o no, sus emociones y en si se hace cargo de ellas o las deja salir como una manada de cabras locas (que a todos nos pasa de vez en cuando), aunque hay una muy buena noticia para eso, podemos modular nuestro carácter desde el espíritu y no depender solamente de nuestras emociones ¡Genial!
Para eso hoy vamos a explorar el último elemento del amor que se menciona en Gálatas 5:22-23:
“En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!"
La Templanza o dominio propio es una parte del amor que nos protege y nos enseña a amarnos, porque es como construir una muralla a nuestro alrededor, de hecho, hay un proverbio que dice que una persona sin dominio propio es como una ciudad con las murallas destruidas (Prov 25:28) ¿te imaginas? no tener dominio propio es el equivalente a dejar que nuestras emociones brinquen como changos.
La templanza es sumamente importante porque cuida nuestro corazón, que según Salomón debemos cuidar muchísimo porque él determina el rumbo de nuestra vida (Prov 4:23).
Templanza se traduce de una palabra griega como: Dueño de sí mismo y quiere decir: Poder de adentro. Esta palabra se divide en dos partes “en” (desde adentro) y “kratos” (poder).
Un dato para notar es que “kratos” es la misma palabra que nosotros utilizamos para referirnos al gobierno o poder, como en democracia (gobierno del pueblo) o teocracia (gobierno De Dios). La templanza es “Encracia" el poder que viene de dentro y ese poder nace en el espíritu.
Este elemento del amor cuida nuestras emociones, porque no las deja expuestas, sino que nos da la oportunidad de elegir el momento y con quién compartirlas, ya que hacerlo es como abrir la puerta a un mundo muy íntimo que nos pertenece y es nuestra responsabilidad (como el cajón de los calcetines). Las emociones y sentimientos son preciosos y nos permiten relacionarnos con los demás y comprender el mundo y vale la pena comprenderlos y gestionarlos desde el amor y la templanza nos ayuda con eso, porque nos da amor propio.
El poder que viene del espíritu, es tan grande que pude moldear todo lo demás. Los bailarines dicen que el control de su cuerpo viene de los músculos del estómago, que es su centro y desde ahí se pueden equilibrar o girar. La templanza viene de nuestro centro también, del Espíritu. Para hacer nuestro el fruto del Espíritu hay que escogerlo y practicarlo, no podemos producirlo pero sí podemos preferirlo.
Tratar de controlarnos por nosotros mismos no nos ha servido de mucho, porque lo intentamos desde el pensamiento o las mismas emociones que intentamos domesticar. Es mejor hacerlo desde nuestro centro y recurrir al amor.
¿Y si dejamos al mundo a un lado por un momento y confiamos en algo más grande que nosotros?
Practiquemos
Toma en cuenta los siguientes puntos:
- Respira profundamente y conecta tu espíritu con Dios.
- Empieza por amarte, no te descalifiques.
- Antes de reaccionar toma distancia por un minuto y elige amar(te).
- Recuerda que tus emociones son más importantes que tu respuesta, cuídalas.
- Cuando amamos repelemos lo que nos daña.
La templanza es más que autocontrol; es un poder interior que nos protege. Al practicarla desde el espíritu, construimos una fortaleza alrededor de nuestro corazón, eligiendo el amor como nuestra base. Más que dominar nuestras emociones, aprendemos a cuidarlas, porque el amor nos guía. La verdadera fuerza viene de dentro.
Y como dice el proverbio...
Es mejor tener control propio que conquistar una ciudad (Prov 16:32)
Abrazos
Val Morales
Muy educativo espiritualmente, pero la carne a veces hace sus jugadas
ResponderBorrarGracias Val.
Gracias a ti!
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