La verdad es que, cuando empecé a escribir esta entrada, pensaba en acabar con la idea popular de que lo nos molesta de otros en realidad nos está reflejando algo de nosotros mismos, o para decirlo como dicen en mi pueblo: “Lo que te choca te checa”. Siempre me ha caído muy gordo que cuando alguien se comporta horrible yo sea la que tenga que revisar por qué me molestan sus acciones, en lugar de seguir con mi vida y listo. Salomón dijo que criticar a otros es como un delicioso bocado (Prov 18:8), lo malo es que eso hace que el que critica se enrede con sus palabras, y quede atrapado en ellas y eso para nada se me antojó.
Entonces me puse a investigar y resulta ser que encontré esta parábola en donde dice que nosotros tendemos a criticar cosas muy chiquitas en otros sin ver las faltas grandes en nosotros. Dice literalmente que cómo podemos tratar de quitar una astilla en el ojo de alguien si tenemos un tronco tapando el nuestro (Lc 6:41)
Si un tronco nos está estorbando la vista, entonces solamente podríamos ver hacia dentro de nosotros mismos ¿estás de acuerdo? porque ni siquiera es que sea un espejo que nos refleje y enseñe la cara que hacemos mientras criticamos a otros. ¡No! es una gran viga que solo permite ver hacia dentro y lo que decimos es la lectura de lo que vemos, porque si pusiéramos atención en la viga, hablaríamos de la madera y no es precisamente eso de lo que estamos hablando.
¿Está rudísimo no?
Es un punto a favor de que lo que te choca te checa, o como diría Pablo de Tarso nosotros criticamos lo mismo que hacemos (Rom 2:1) ¡Ufff!
Lo cierto es que de lo que tenemos lleno el corazón es de lo que hablamos (Lc 6:45). Eso quiere decir que cuando juzgamos estamos dejando salir un poco de lo que nos satura y eso está padrísimo (no, no enloquecí, sigue leyendo...), porque es nuestra misma lengua la que nos da el diagnóstico de lo que podemos mejorar o de lo que nos estorba llanamente; la actitud de Doña Molesta o Don Losétodo, un tronco o una viga. Hay que poner atención para ver qué historia de nosotros mismos nos estamos contando. Porque sabes que estamos hechos de las historias que nos contamos, ¿verdad? ¡Sí! lo que te dices todo el tiempo es lo que crees y por lo tanto lo que vives todos los días. Mmmm no es que estemos hablando de otros entonces... ¡Qué cosa! ¡Estamos hablando de nosotros mismos!
Me duele decirlo pero creo que pensar que lo que nos choca de verdad nos checa, sería correcto.
Ahora que vivimos tan preocupados por las cosas que comemos y analizamos qué podría hacernos daño, si la grasa, el azúcar, los carbohidratos o todo, por qué no metemos a la ecuación algo que Jesús dijo y es: "Lo que daña al hombre no es lo que come, sino lo que sale de su boca" (Mr 15:18). No, no es un permiso para comer chatarras, pero sí es una advertencia de que tal vez estamos muy preocupados por lo pequeño y no estamos viendo la pantalla completa.
Escuchemos lo que decimos y si no nos gusta, cambiemos la historia. Debe ser muy grato estar con nosotros mismos y al hablar, verifiquemos primero si no estamos viendo un tronco para poder quitarlo y tener una mucho mejor vista.
Abrazos,
Val Morales
Te dejo un video sobre la tolerancia para seguir platicando:
Gracias Val, aunque si estuvo denso.
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