Hay un trabajo que alguien tiene que hacer y nos tocó por dedazo a nosotros. Se trata de conocer, cuidar y amar a una persona: a nosotros mismos.
Un buen lugar para empezar (porque siempre hay que empezar por algún lado 😉) es el pensamiento. Resulta ser un lugar increíble y que muchas veces tenemos medio desordenado, porque le hemos metido cada idea más rara y dejado ahí crecer como un bosque sin control con todo tipo de hierbas salvajes. En educación, llamamos meta pensamiento a la habilidad de analizar y conocer lo que pensamos para poder aplicarlo en la resolución de problemas. En el mas sencillo español, el meta pensamiento quiere decir que seamos conscientes de lo que pensamos, o sea, que pensemos en qué estamos pensando.
La mente funciona por asociaciones y conexiones: Si le damos material para que asocie cosas lindas, conectará los puntos y eso causará un efecto en nosotros; si le damos material para que esté estresada… sabemos de sobra el resultado 💣.
Podemos escoger los pensamientos que queremos que se vuelvan nuestros socios. Es cierto, finalmente lo que pensamos nos forma y nos acompaña todos los días volviéndose parte integral de quienes somos.
Caroline Leaf (2013, p.18) nos explica que: “Cuando pensamos, modificamos la naturaleza física de nuestro cerebro. A medida que dirigimos conscientemente nuestro pensamiento, podemos eliminar los patrones tóxicos existentes y reemplazarlos con pensamientos saludables. Así que crecen nuevas redes de pensamiento. Además, aumentamos nuestra inteligencia y traemos sanidad a nuestros cerebros, mentes y cuerpos físicos.” La Biblia hace una diferencia entre los pensamientos que tenemos de pronto como opiniones o reflexiones y los que pensamos continuamente y dejamos que formen nuestra cultura. O sea, a los que les damos más espacio y en los que nos concentramos.
Pero a todo esto…¿por qué hablar del pensamiento?
Porque es lo único sobre lo que tenemos control (aunque soñamos con controlar más 🙈). La verdad es que no establecemos ni los latidos de nuestro corazón (alguna influencia tenemos, pero nuna ha dependido realmente de nosotros).
Por eso hay que insistir en poner atención en lo que pensamos. Es cierto que nuestra mente es experta en hacer conexiones y sólo necesitamos darle la materia prima que queremos que procese para que se refleje en todo lo que hacemos. Transformar la manera en la que pensamos modificará nuestra vida...muchas veces nuestra forma de pensar nos ha dirigido hacia lugares en los que realmente no queremos estar y si eso es así, es tiempo de pensar diferente, ¿no?.
El consejo de la Biblia es que usemos un filtro para los pensamientos y si no pasan por él nos deshagamos de ellos (Fil4:8). El filtro es que analicemos si lo que pensamos tiene algo de verdadero, justo o bello, que dejemos de fijarnos en lo que podemos criticar y en su lugar nos concentremos en lo que podemos admirar, que es la manera de desarrollar un pensamiento crítico sano. Me parece un buen trato ,¿no crees?
¿Practicamos?
Pensemos en nuestra mente como si fuera un clóset en el que queremos meter ropa nueva,👖 pero para eso hay que sacar algunas cosas que ya no nos quedan o que pasaron de moda. Escojamos un pensamiento de esos que nos mantienen angustiados o limitados y cambiémoslo por un pensamiento constructivo: bueno, bello o justo, que podamos practicar. Dando un pequeño paso a la vez muy pronto podremos ver cómo nuestro clóset se transforma.
Te dejo un pensamiento para empezar:
Eres muy valioso y lo que tú tienes para dar lo necesitamos todos.
Abrazos,
Val Morales
Gracias VAL lo pondré en práctica para desintoxicar y ponernos pensamientos saludables te amamos
ResponderBorrarMuchas gracias por comentar! practiquemos
BorrarCuan cierto eso que escribes, nuestros pensamientos nos guían. De repente nos damos cuenta de que estamos en lugares en los que no queríamos estar y no sabemos ni como llegamos aquí. Estoy de acuerdo en cambiar hoy uno de mis pensamientos, empezando con uno chiquito aunque sea, y encontrar nuevos y mas bellos caminos que recorrer. Gracias!
ResponderBorrarUn pensamiento chiquito a la vez... ¡me gusta tu fórmula!
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