Ir al contenido principal

Dirección: ¿A dónde dije que iba?






Todos buscamos tener dirección, sentido y propósito en la vida. Sentimos que es como una especia de misión única que debemos cumplir, que nos llegará como los dones de la Bella Durmiente cuando la tocan las hadas, ¿te acuerdas? El asunto es que a veces ni siquiera tenemos muy claro cuál es esa misión, por lo que pienso que sería muy útil explorar estos conceptos de dirección, sentido y propósito, y ver a dónde nos llevan, ¿me acompañas?

Empecemos por la dirección. Qué difícil es tratar de llegar a un lugar que no sabemos en dónde está, es decir, si no tenemos una dirección clara, francamente no hay forma de llegar. Podemos usar nuestros sentidos arácnidos y toda la intuición y motivación disponible, pero sin dirección, no hay ni sentido ni propósito.

En temas del alma funciona igual. Muchas veces me dicen cosas como “Val, no me siento suficiente”; mi pregunta siguiente siempre es: ¿para ti, qué es ser suficiente?...la mayoría de las veces, no hay una respuesta clara. Si no sabemos qué es suficiente, está muy difícil llegar a serlo. Si ser suficiente fuera una dirección, ¿cómo llegamos? Bueno, no es el tema, pero para tu tranquilidad y la mía, ser suficiente es una dirección imaginaria, a la que siempre intentamos llegar y no lo conseguimos porque es un modelo impuesto por nosotros (o alguien más) que a veces ni sabemos qué quiere decir, así es que podemos dejar de tratar de ser suficientes y empezar a asumir que ya lo somos.

La Biblia habla de lo suficiente como autosatisfacción o contentamiento. Esto tiene que ver con estar felices cuando podemos dar algo a otros y queremos hacerlo, lo que resulta ser muy satisfactorio, además de crear un círculo virtuoso en donde el placer de dar provoca tener más provisión y entonces podemos volver a dar, y ad infinitum… (2Co 9:8).

Cuando nos enfocamos en lo mucho que nos hace falta, y no en la abundancia de lo que tenemos, perdemos. Podríamos, por ejemplo, tener mucho para dar pero no sentirnos contentos al hacerlo (no nos es suficiente). Por otra parte, podríamos no tener tanto, pero al darlo con muchas ganas lo disfrutamos, no lo menospreciamos, y quien lo recibe siente nuestra alegría y lo disfruta también. En ese caso, la dirección sería dar lo que tenemos con alegría y no tener tristeza por sentir que es poco. Eso nos hace llegar a ser suficientes o abundantes mucho más rápido que ganar la lotería.

En el libro de Éxodo encontramos la historia del pueblo de Israel en el desierto; ellos eran esclavos en Egipto y Dios los sacó para llevarlos a una tierra increíble, pero no tenían claro a dónde querían ir. Aunque tenían la dirección de Dios, pasaron mucho tiempo dando vueltas en el desierto porque no les latía ir a una tierra nueva, y en el fondo, querían  regresar a Egipto (a lo que conocían, aunque no era bueno para ellos). La gran mayoría del pueblo no llegó nunca a la tierra prometida, porque su brújula apuntaba a un lugar diferente.  Cuando por azares de la vida llegamos a un lugar que está equivocado o no existe, siempre tenemos la opción de pedir dirección, recalcular la ruta y buscar el camino correcto, pero eso sí, de que vamos, vamos.

La dirección, entonces, es el lugar al que queremos llegar, y puede ser una meta o un propósito personal, y responde a la pregunta ¿a dónde quiero llegar? Recuerda que es más fácil si sabemos a dónde vamos, pero siempre será más sabio preguntar y seguir la dirección de quien tiene el panorama completo, ¿no te parece? Así podemos evitar las zonas peligrosas y las vueltas innecesarias.

Esta historia continuara (todavía nos falta hablar del sentido y el propósito)...

Te dejo un abrazo,

Val Morales

Disfruta el video




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Bondad: El Alimento Que Nos Equilibra

  Hoy reflexionaremos sobre la bondad, un elemento del amor que nos ayuda a encontrar equilibrio. Decía mi maestro de ética que en la vida, lo único que puede permanecer en línea recta es la máquina del electrocardiograma cuando morimos, que fuera de eso, lo que no está subiendo va de bajada. O sea que para mantener algo “estable” debemos trabajar activamente. Imagina que logras que tus músculos estén tonificados después de pasar meses sudando como loco en el gimnasio y al llegar a la meta simplemente dejas de hacer ejercicio, los músculos poco a poco irán perdiendo el tono y el trabajo, aunque fue muy bueno, no logra sostenerse. Es que   lo que no nos nutre, nos desnutre , nuestro cuerpo consume las reservas que tenemos si dejamos de alimentarlo y consume el doble cuando lo alimentamos mal (¡Sí! las chatarritas gastan nuestros recursos también). El cuerpo es un gran ejemplo de esto, porque cuando algo malo entra en él (como un virus), activa todo su sistema de defensas para l...

La Fe No Es Ciega

La fe es el siguiente elemento del Fruto del Espíritu que exploraremos. Según la Biblia, todos tenemos una medida de fe (Rom 12:3), el asunto es que podemos escoger en dónde la ponemos para cultivarla y que se desarrolle. Decidir practicarla siguiendo al Espíritu fortalece nuestra relación con Dios y le da el impulso para crecer, permitiéndonos tener experiencias muy profundas con su inagotable amor. En contraste, si elegimos ponerla en algo diferente, como nuestros recursos o capacidades, la fe no se desarrolla y termina por silenciarse y es ahí cuando pasamos las grandes crisis de fe. Por eso la fe es como una semilla de mostaza, puedes sembrarla y dejar que crezca convirtiéndose en un árbol enorme que de sombra y frutos, o puedes sembrarla en un montón de plástico y seguirá siendo fe, pero no crecerá, ni dará frutos. Fe en el Antiguo Testamento En el Antiguo Testamento la palabra "fe" se traduce como   fidelidad que quiere decir: verdad y estabilidad. Cómo nos hace falta ...

El Amor en las Intenciones

  Hoy quiero que reflexionemos juntos sobre un elemento del fruto del espíritu que tiene un poder increíble: la benignidad. Este es el componente del amor que nos enseña a amar con intención, mientras contrarresta y diluye el mal, digno de explorarse ¿verdad? Para poder entenderla más fácil dividámosla en 3 partes: 1. La benignidad se enfoca en nuestras intenciones , eso está muy rudo... lo sé, porque no siempre quisiéramos reconocer con qué intención hacemos algo, o simplemente no hemos puesto mucha atención y entonces actuamos y después nos cuestionamos por qué dijimos o hicimos algo. La benignidad nos puede ayudar con eso, porque cuando escogemos que nuestras intenciones sean benignas funciona como una balanza en la que las examinamos y pesamos. La Biblia pone un énfasis especial en las intenciones y de hecho las considera más importantes que a las acciones en sí mismas (o sea que no hay forma de fingir). Como dice Proverbios 21: 2 “Todos los caminos del hombre son buenos en su...