Nos toca platicar sobre el propósito y es que todo tiene uno ¿no? El asunto es que cuando no sabemos para qué está hecho algo podemos usarlo mal.
Las relaciones sociales son un ejemplo perfecto de eso porque están diseñadas para apoyarnos, hacernos parte de un grupo, compartir, acompañarnos, validarnos y de esa forma crecer (Prov 27:17). Cuando perdemos de vista ese propósito tendemos a abusar de las relaciones con manipulaciones, juicios o expectativas que impiden nuestro desarrollo y el de los demás, o sea, nos relacionamos mal y todos perdemos.
El propósito responde a la pregunta ¿para qué? y es la razón por la que actuamos, es nuestra intención y eso nos guía. De hecho su traducción del griego quiere decir: "lo que ponemos enfrente". Lo que por alguna razón, me recordó la historia del burro al que le amarran una zanahoria para que vaya delante de él y lo haga caminar, obvio el burro va siguiendo la zanahoria porque quiere comérsela, pero él cumple la intención de su dueño que es que camine.
Cuando no tenemos claros nuestros propósitos podemos diluirnos en los planes de otras personas o correr el riesgo de hacer algo que realmente no era nuestra intención, como cuando criticamos o juzgamos a alguien esperando que cambie su comportamiento, pero lo que logramos es lastimarlo y al verlo herido, reconocemos que más que un buen propósito eso fue un despropósito que ni siquiera fue intencional.
Ahora la pregunta obligada: ¿Cuál es mi propósito? La respuesta es que en realidad el propósito, es un tejido de pequeños propósitos que construyen quién somos.
El Rey David en el salmo 138 nos da una pista de cuál es el propósito de Dios para nosotros (porque tiene uno) y dice: “Jehová cumplirá su propósito en mí…” La palabra propósito en este versículo quiere decir: bondad. Cuando la Biblia habla del propósito de Dios para nosotros, nos dice que su intención es ser bueno y darnos las herramientas para que maduremos. El profeta Jeremías (Jer 29:11) nos explica que Dios tiene planes (propósitos) para nosotros que son para que nos vaya bien.
Los planes De Dios no son para determinar qué vamos a hacer, sino para que esperemos algo bueno, porque en la relación con Él podemos encontrar un ambiente y los recursos que necesitamos para desarrollarnos, además de que el conjunto de nuestros propósitos personales se cumplan y hagan la suma del gran propósito de nuestra vida (tu sello personal).
Nuestro propósito no es lo que hacemos sino quién somos, el propósito es ser y se revela cada vez que decidimos con qué intención actuamos, es decir: nuestro para qué. Cuando esa intención está ligada a lo bueno nos unimos al propósito de Dios, pero cuando nuestros propósitos no son buenos, en lugar de construir nos dañan. Así es que todo lo que ayude a promover nuestro bien y el de otros suma.
Para poder poner en claro el propósito, responde en voz alta a la pregunta: ¿Para qué quiero hacer esto? y así al ver tu intención en blanco y negro puedes decidir seguir adelante o recacular. Recuerda que el propósito es tan importante que puede cambiar la dirección y el sentido de lo que haces.
Cada día construimos a la persona que queremos ser y ese es un gran propósito ¿no te parece?
Abrazos
Val Morales
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