Los procesos suelen costarnos trabajo porque nos encantan las conclusiones. La verdad es que pensamos que es más divertido ir a la graduación, que pasar 6 años haciendo la primaria; sin embargo, la vida se trata mucho más de procesos que de conclusiones.
Tener dirección, es saber a dónde vamos; es una meta o un objetivo, como terminar la primaria. El sentido (nuestro tema), es con que ánimo pasamos por esos procesos. Creo que el camino debería ser nuestro momento favorito, porque lo que le da valor a un fin son el proceso y el autor. Imagina que pudieras recibir un título sin estudiar, cuando lo que hace significativo al título, son las horas que pasaste quemándote las pestañas, haciendo bromas y tomando café.
Cuando hablamos de sentido, en realidad estamos buscando el significado de lo que hacemos y, por lo tanto, de quienes somos. Tenemos la tendencia a creer que el sentido es como una musa que de pronto nos cae del cielo y nos inspira para ir bailando ballet clásico. Sin embargo, no es algo casual, ni siquiera es algo de un momento; el sentido tiene mucho más que ver con la forma en la que decidimos vivir y disfrutar, o no, de nuestra vida.
El sentido, en la Biblia, se describe como tener un buen ánimo; hay quien puede ir por el proceso triste o angustiado, pero su camino se vuelve muy malo...lleno de baches, subidas y bajadas. En cambio, el que va con buen ánimo, es como el que lleva el viento a su favor (como dicen los marinos), porque tenerlo en contra, es otra historia.
El sentido se origina en el espíritu, que es precisamente como un viento y la fuerza que produce vida. Si el sentido fuera un proceso del alma, estaría dirigido por lo que vemos u oímos, y eso nos haría estar en el sube y baja de tener en un momento buen ánimo y al que sigue angustia. Por eso, el sentido se procesa en el espíritu, que quiere decir que está motivado por el amor, por la paz, por la paciencia y la empatía, que son estados que nos aseguran tener un camino largo y animado. Caminar en el espíritu significa, según la Biblia, escoger el fruto Espiritual (que es el amor) con todos sus componentes, así que el buen ánimo está íntimamente ligado al amor.
Edith Eger en su libro “La Bailarina de Auschwitz”, nos platica cómo en medio de las peores circunstancias (el holocausto) encontró sentido y propósito a través del perdón, la gratitud y la resiliencia. Cuando por fin tuvo libertad, recorrió el camino para sanar emocionalmente y encontró ayuda con Viktor Frankl, el autor de “El hombre en busca de sentido”, que le enseñó que a pesar de las circunstancias, siempre tenemos la capacidad de elegir nuestra actitud y encontrar sentido en nuestras vidas. Frankl dice que encontrar sentido es la principal fuente de motivación en el ser humano.
Para concluir, quiero darte un dato curioso. Le estuve preguntando a diferentes personas (casi todas profesioniastas) qué les ayudaba a tener sentido en el día, y me dieron respuestas como: "a mi me encanta lavar los platos", "a mi me encanta sacudir", "a mi me gusta tender la cama"...lo que me dice que en las cosas más sencillas de nuestras rutinas diarias encontramos mucho sentido, porque nos calman y al darnos paz, nos conectan con el espíritu.
No sabemos a dónde va el viento, pero podemos medir de dónde viene, igual que nuestro significado.
Que encuentres buen viento y mares calmados.
Abrazos,
Val Morales
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